El debate sobre la reforma laboral se presenta a menudo como una batalla entre 'modernización' y 'derechos adquiridos'. Sin embargo, la clave está en los detalles. Al revivir puntos de un DNU frenado por la justicia, el Gobierno no solo insiste con su visión económica, sino que también testea los límites del poder político y judicial. Para el ciudadano, es crucial observar más allá de los eslóganes: una reforma puede crear empleo, pero también puede precarizarlo. La discusión real no es si flexibilizar o no, sino cómo encontrar un equilibrio que fomente la contratación formal sin que el trabajador sea la única variable de ajuste en la economía.