La designación de Adorni, un comunicador sin experiencia previa en gestión ministerial de alto nivel, a la Jefatura de Gabinete sugiere una priorización del control del relato y la cohesión política por sobre la articulación técnica. Las consecuencias a mediano plazo dependerán de su capacidad para coordinar un gabinete heterogéneo y negociar eficazmente con un Congreso aún fragmentado. La reorganización podría fortalecer la autoridad presidencial pero también generar tensiones si los nuevos nombramientos no logran los resultados legislativos esperados.