La implementación de una regla fiscal tan estricta como la propuesta por el gobierno de Milei representa un cambio estructural en la gestión del gasto público argentino. Su éxito dependerá no solo de la voluntad política del oficialismo, sino de la capacidad para construir consensos con un sistema político históricamente reticente a los ajustes drásticos. La persistencia de presiones sociales y la arraigada cultura de dependencia estatal plantean desafíos significativos a la sostenibilidad de este enfoque, pudiendo generar fricciones que afecten la gobernabilidad a mediano plazo.