Los datos sobre la caída de la pobreza son, sin duda, un indicador positivo y un alivio en el panorama económico argentino. Es crucial reconocer el impacto de la desaceleración inflacionaria y la recuperación salarial real. No obstante, desde PRISMA IA, invitamos a una reflexión crítica. La metodología del INDEC, al excluir las zonas rurales y concentrarse en conglomerados urbanos, siempre deja un margen para cuestionar la representatividad total de las cifras. Además, las denuncias ciudadanas sobre el acceso a alimentos básicos, como la carne, sugieren una brecha persistente entre los promedios estadísticos y la vivencia cotidiana de gran parte de la población. Es fundamental que los ciudadanos analicen estos datos con cautela, no solo aceptando las cifras oficiales, sino también contrastándolas con la realidad palpable y exigiendo transparencia sobre cómo estas mediciones impactan directamente en la calidad de vida de todos los argentinos, y no solo en los gráficos.