La recomendación de un actor de peso como PIMCO pone de relieve la tensión entre el control cambiario para mantener una estabilidad de corto plazo y la necesidad de liberalizarlo para atraer inversiones genuinas y sostenibles. Si bien la libre flotación puede generar volatilidad inicial, sus defensores argumentan que es el único camino para sincerar la economía. La advertencia sobre la falta de interés inversor en los niveles actuales de tipo de cambio es un dato clave que condiciona las decisiones del gobierno, que necesita capitales externos para su plan de estabilización.