La decisión de segmentar la convocatoria, invitando a algunos gobernadores y excluyendo a otros, puede ser una táctica para debilitar frentes opositores y negociar en bloques más pequeños y manejables. Sin embargo, esta estrategia también arriesga profundizar la polarización y dificultar la construcción de consensos amplios, esenciales para la gobernabilidad y la aprobación de leyes estructurales que requieren un fuerte respaldo político y social.