La confirmación de mantener las bandas cambiarias hasta 2027 es una señal de pragmatismo frente a la promesa de una liberalización total y rápida del mercado. Si bien se presenta como una transición hacia un sistema más libre, en la práctica implica mantener un control significativo sobre el tipo de cambio durante todo el mandato. Esto puede interpretarse de dos maneras: como una medida prudente para evitar una volatilidad que desestabilice la economía, o como el reconocimiento de que las condiciones para una unificación y liberalización cambiaria completa aún no están dadas y no se espera que lo estén en el mediano plazo. Es clave observar si este mecanismo logra su objetivo de 'moderar la volatilidad' sin generar atraso cambiario o nuevas distorsiones en el futuro.