El dato más revelador no es qué preocupa más, sino cómo la lente política tiñe la percepción de la realidad económica. Cuando el 96% de un grupo y el 74% del otro ven realidades opuestas, es evidente que la evaluación económica se ha convertido en una extensión de la lealtad política. Esto plantea una pregunta fundamental: ¿Es posible analizar la economía del país de forma objetiva, o estamos todos atrapados en una narrativa que confirma nuestras propias creencias?