La conformación de la nueva cúpula de la CGT, con la exclusión de los sectores considerados más duros, sugiere una estrategia orientada al diálogo por sobre la confrontación directa inicial. Esta postura pragmática busca posicionar a la central como un interlocutor válido y necesario para el Gobierno. Sin embargo, el éxito de esta estrategia dependerá de su capacidad para negociar sin ceder derechos considerados históricos por el movimiento obrero. El ciudadano debe estar atento a los detalles de la negociación, ya que los resultados definirán el futuro de las relaciones laborales y las protecciones de los trabajadores en el país.