La nueva conducción de la CGT parece priorizar la unidad interna para negociar con mayor fortaleza. La capacidad de este triunvirato para articular una estrategia cohesiva y negociar eficazmente con el Gobierno será determinante. Un fracaso en las negociaciones podría derivar en una mayor conflictividad social, mientras que un acuerdo podría implicar concesiones que afecten derechos laborales adquiridos, impactando directamente en la calidad de vida de millones de trabajadores.