La promoción activa de Argentina como destino de inversión es una etapa fundamental de la estrategia económica del gobierno. Sin embargo, la materialización de estas inversiones dependerá de la capacidad de la administración para consolidar la estabilidad macroeconómica, garantizar la seguridad jurídica a largo plazo y obtener el consenso político necesario para sostener sus reformas. El interés manifestado por los inversores es una señal inicial positiva, pero el desafío principal reside en convertirlo en un flujo de capital tangible y sostenido que impacte positivamente en la economía real.