La persistencia de la inflación y la caída del poder adquisitivo salarial, a pesar de la estabilidad cambiaria, sugieren que las políticas monetarias y cambiarias no están logrando un impacto suficiente en el bienestar de los ciudadanos, o que existen presiones inflacionarias estructurales que no se abordan eficazmente. La brecha entre la estabilidad del dólar y la pérdida de salario real es un indicador crítico de la tensión socioeconómica.