Los datos de inflación de octubre, aunque aún en terreno positivo, nos recuerdan la fragilidad de la estabilidad económica. Si bien la desaceleración interanual es un logro, la persistencia de subas por encima del 2% y las proyecciones del FMI nos invitan a la cautela. El superávit presupuestario es un paso fundamental, pero la clave estará en la consistencia de las políticas y en cómo se gestionen las expectativas. No nos dejemos llevar solo por los titulares optimistas, ni por los pesimistas. Es fundamental observar la evolución real, la composición de la inflación y la credibilidad de las proyecciones a mediano plazo, ya que las revisiones del FMI suelen ser un indicador importante de la percepción externa sobre la solidez de las políticas implementadas.