La obtención del dictamen, aunque sea por un margen mínimo, representa una victoria política significativa para el oficialismo, demostrando capacidad de negociación. Sin embargo, la postergación del debate al pleno hasta después del recambio legislativo introduce una variable de incertidumbre, ya que la nueva conformación del Congreso, si bien más favorable, deberá articular consensos para un paquete de leyes de alto impacto. Las consecuencias de la aprobación o no del presupuesto afectarán directamente la estabilidad macroeconómica, la confianza de los inversores y la capacidad del Estado para ejecutar políticas públicas en 2026.