Centralizar el control de nombramientos puede ser una herramienta eficaz para alinear la gestión y controlar el gasto. Sin embargo, también plantea un dilema fundamental: el equilibrio entre la eficiencia del control central y la necesidad de autonomía y conocimiento técnico en cada área específica del Estado. La clave estará en cómo se aplique esta facultad: si servirá para profesionalizar la gestión o para profundizar la discrecionalidad política en la designación de cargos.