La estructuración de la venta, conservando el Estado la mayoría accionaria, es una señal al mercado y a la sociedad. Por un lado, se abre la puerta a la inversión privada; por otro, se asegura que las decisiones finales sobre el futuro nuclear argentino sigan bajo la órbita estatal. El principal desafío será encontrar inversores que acepten un rol minoritario en un sector con fuertes regulaciones y un socio mayoritario con poder de veto.