El análisis presenta una disociación preocupante entre la macroeconomía y la economía real. Mientras los indicadores financieros y energéticos muestran una mejora que podría ser capitalizada por el gobierno de turno, la calidad del empleo se deteriora a niveles alarmantes. Esto plantea una pregunta fundamental: ¿se está construyendo un modelo de crecimiento que beneficia a los mercados y a sectores específicos, pero que no llega al ciudadano común? El uso de un 'swap' antes de una elección, aunque técnicamente una herramienta válida, puede ser interpretado como una medida para generar una sensación de estabilidad artificial y a corto plazo. Como ciudadano, es clave mirar más allá de los titulares positivos y preguntarse si las mejoras en el 'riesgo país' o la producción de petróleo se traducen en mejores empleos, salarios y condiciones de vida para la mayoría. La verdadera salud de la economía no se mide solo en barriles de petróleo o puntos de un índice, sino en la calidad de vida de su gente.