Este tipo de acuerdos siempre tiene dos caras. Por un lado, abren mercados y pueden atraer inversiones, lo que es potencialmente positivo para la economía. La clave está en si el país puede exportar productos con más valor y no solo materias primas. Por otro lado, la 'letra chica' es fundamental: ¿qué industrias locales quedan desprotegidas? ¿El acuerdo incluye cláusulas que limiten la capacidad del Estado para regular en el futuro? Es crucial que el debate público no se quede solo en el festejo del anuncio, sino que exija transparencia total sobre los detalles para evaluar si el beneficio para el país es real y duradero, o si solo beneficia a unos pocos sectores a costa de otros.