El uso del swap con Estados Unidos, si bien resuelve una necesidad de pago inmediata al FMI, también revela dos realidades complejas. Por un lado, la dependencia de mecanismos de financiamiento extraordinarios para cumplir con obligaciones corrientes, lo que subraya la fragilidad de la economía. Por otro lado, saca a la luz una intervención cambiaria previa a las elecciones, realizada por una entidad extranjera, que no fue comunicada con total transparencia en su momento. Esto plantea preguntas sobre la autonomía de la política cambiaria y el costo de mantener una estabilidad financiera de corto plazo.